miércoles, 12 de junio de 2013

Gracias

Hoy te agradezco, Vida, que me permitieras conocerle. Gracias a ti pude valorar cuán bella es su risa, o lo adorable que es cuando se enfada. He podido ver lo mucho que se mueve, inquieto, cuando está nervioso o avergonzado, cómo se sonroja cuando es el centro de atención y lo buenísimo que es haciendo reír a la gente.
A ti, Vida, te debo el haberme enamorado de él, de haber conocido sus increíbles ojos azules, de haber sentido sus abrazos cuando más los necesité. Me diste unos días tan felices como irrepetibles con él, acompañándolo durante un breve pero intenso tiempo, me regalaste su amistad un ratito.
Vida, gracias a ti pude conocerle, pudo conocerme, y las lágrimas suyas de aquel día serán el mejor sello del sueño que viví. Porque sentí su voz de terciopelo cada mañana y toqué su mano de forma accidental, porque me enamoré para echarlo después de menos y porque lloro aún por la misma razón.
Le quiero aunque yo, para él, ya no exista, aunque se ponga de espaldas cuando me ve y evite un simple cruce de miradas.
Vida, solo espero, que igual que me hiciste feliz durante un tiempo, lo hagas a él feliz a partir de ahora tal como yo lo habría hecho o mejor. No una temporada, sino siempre. Y que si algún día me echa de menos le digas que yo aún le estoy esperando.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario