martes, 11 de junio de 2013

No estamos Distantes, Estamos Distintos

Esa fue tu última nota en el Whatsapp, a la que respondí con una carita sonriente pensando que al menos no estábamos distantes y que sólo nos separaba nuestra forma de pensar. Tú no querías tener pareja y yo te quería tener como pareja. Esa fue nuestra última conversación. Desde entonces, la frustración fue mi compañera sin saber el por qué tu mirada y acciones a veces me decían una cosa y a veces otra. Pero después de mucho llorar, hundirme en la miseria, sentir la humillación y aun así pensar que podía existir una posibilidad, llegué a la conclusión de que no la había. Seguramente nunca la habrá.

A esa conclusión llegué, como siempre llegan mis mejores conclusiones, conduciendo el coche mientras volvía a casa. Una acción mecánica como esa deja el cerebro libre para volar o reflexionar. A veces, cuando te das cuenta, estás ya en casa y ni siquiera eres consciente de cómo ha sucedido pero, a lo largo del camino, han ido confluyendo cientos de pensamientos. Por cierto, tengo que comprarme una grabadora porque luego se me olvidan.

Durante este tiempo también llegué a otra conclusión: no quiero volver a pasar por algo igual. Lo que me lleva a la siguiente premisa: no volver a enamorarme. Hasta aquí todo perfecto… Solamente tiene una pequeña pega mi plan, ¡que espero no toparme con ella!: uno no decide cuándo se enamora o de quién, llega simplemente y sin querer. Pero mientras tanto, y repito, espero no volverme a enamorar, decidí responder a su mensaje ya que al fin y al cabo ahora pensamos igual, con la siguiente frase: “Ya no estamos distintos… Estamos distantes”.

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