Fiesta, alcohol, ganas de pasarlo bien, amigos. Miras a lo lejos, un conocido, nunca has cruzado más de dos frases con el. Te diriges hacia él con una sonrisa de oreja a oreja, otro día te hubiera dado vergüenza, pero hoy no, hoy nada importa. Os saludáis, dos besos, pruebas de su cubata, él del tuyo, y empezáis a hablar, la música alta, os acercáis más para escucharos, y pasan los minutos, y las horas, y bailáis, os hacéis fotos. habláis, os abrazáis como si os conocierais de toda la vida. Hora de ir a casa, te acompaña hasta la puerta, te coge suavemente de la mano y te da un beso. Te das la vuelta y entras en casa, sonriendo, con la mente en ese momento. Te tumbas en la cama y miras todas las fotos que te has hecho con él. Te duermes. A la mañana siguiente solo quieres subir las fotos a facebook, antes que nada, ni desayunas. Las retocas, las subes, le etiquetas y piensas en la sonrisa que pondrá al verlas. Llamas a un par de amigas y les cuentas lo sucedido, exageras un poco para darle más emoción, cuelgas. Vuelves al ordenador esperando algún comentario suyo, y sin embargo, no está, no aparece su nombre en ninguna foto. Se ha desetiquetado. No lo entiendes, ¿Qué ha podido pasar? Se conecta, le preguntas. Silencio, no contesta.
Aquel chico que siempre te ha sido indiferente ha hecho que tu día se vuelva el peor del mundo. Es algo inexplicable.
Sí, así de rápido me ilusiono y así de raros son los chicos con los que me relaciono.
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