Llamaste a mi puerta y, aun a pesar de que casi no pude porque estaba muy rota y atascada, la abrí de par en par. De repente entró, como una exhalación, un golpe de aire fresco que me arrastró con su fuerza. Pero aquel viento no iba en una sola dirección, me zarandeaba de un lado a otro sin saber a dónde me dirigía.
No hablabas de tus planes, no contabas cuál era el camino y me arrastrabas errante por el tuyo.
Nunca me diste un beso de amor en los labios...
Así que, golpe tras golpe por el descontrol, al final decidí alejarme porque era mayor el dolor que la alegría. Pero, oh sorpresa, ¡el indignado eras tú!
Desde aquel momento me castigaste con tu ignorancia, la misma que usabas en tus retrocesos en la relación y yo me humillé por volver a ti. ¡Qué gran error! ¡Qué gran dolor!
Ahora lo entiendo todo, ahora sé por qué ni siquiera me diste un beso de amor en los labios, orque nunca me has querido. Amabas la imagen que veías en mi de Isabel. Para ti era como volver a estar con ella, por eso trajiste las copas, por eso me decías continuamente que me parecía a ella.
Me has utilizado para revivir el pasado, eso he sido para ti, un recuerdo que revivir.
Que triste...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario