Soñé que tocaría, que alcanzaría el cielo
y que en su calma noche refulgiría como
lúdica estrella de plateada esencia
bajo tu luna en todas sus fases; nunca
más soledades, lágrimas ni ausencias
me alejarían de esa dulce querencia.
Soñé que los sueños eran realidades …
Soñé para siempre poder acunarme
en tus brazos amantes, que la vida
transcurriría con instantes plenos
de amor y alegría; que momentos
de duelo se compartirían con latidos
solidarios en perfecta sincronía.
Soñé que los sueños eran realidades …
Soñé que nunca llegaría ese aciago día
del desamor, que nunca más ese dolor
golpearía mi corazón; que se hallaría
la solución para cualquier dificultad
con complicidad, entrega e ilusión;
que reinaría completa comprensión.
Soñé que los sueños eran realidades …
Soñé verdad en silencios e insinceridades,
reacciones sorpresivas como veleidades
de un día bajo; que tu alma adorada
de la mía gemela era; ¡qué errada
fui, qué ingenua ceguera me distrajo
de esa realidad que frente a mí tenía!
Soñé que los sueños eran realidades …
Y ahora, vanidad de vanidades,
ensueño que si los sueños, sueños son,
soñar desearía sin despertarme.
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